Sin duda la Reforma protestante fue una empresa de éxito que consiguió sacar a la mitad norte de Europa del retraso secular que padecía y ponerla en condiciones para imponerse al resto del mundo. Sin embargo, uno de las batallas que no consiguió ganar fue la batalla del lenguaje. En efecto, los protestantes (una denominación al principio peyorativa acuñada por los papistas) siempre se consideraron que estaban en la Iglesia cristiana y que eran los 'otros' (el papa y sus secuaces) quienes habían traicionado la esencia de su magisterio. Por eso, es casi un sacrilegio escuchar hoy día como, con absoluta naturalidad, se habla de "iglesia luterana", mientras el papismo se autoafirma como "iglesia católica".
El mismo Dr. Lutero decía: Zum Ersten bitt' ich, man wollt' meines Namens schweigen, und sich nicht Lutherisch, sondern Christen heißen. Was ist Luther? Ist doch die Lehre nicht mein! So bin ich auch für Niemand gekreuzigt. St. Paulus 1. Korinth. 3, 4 5. wollte nicht leiden, daß die Christen sich sollten heißen Paulisch, oder Petersch, sondern Christen. Wie käme denn ich armer stinkender Madensack dazu, daß man die Kinder Christi sollt' mit meinem heillosen Namen nennen? Nicht also, lieben Freunde; laßt uns tilgen die parteiischen Namen und Christen heißen, deß Lehre wir haben. = "Lo primero, ruego que se silencie mi nombre y que no se diga luterano, sino cristiano. ¿Qué es Lutero? Al fin y al cabo la doctrina no es mía. Tampoco he sido crucificado para el bien de nadie. San Pablo en Cor. 3, 4, 5, no quería tolerar que los cristianos se llamasen paulinos o petrinos, sino cristianos. ¿Qué puedo yo, pobre de mí, maloliente saco de gusanos, para que los hijos de Cristo se llamen con mi desgraciado nombre? Así que no, queridos amigos, dejemos los nombres partidarios y llamémonos cristianos, cuya doctrina profesamos".
(Martin Luther. Eine treue Vermahnung zu allen Christen, sich zu hüten vor Aufruhr und Empörung = Una fiel advertencia a todos los cristianos de cuidarse de todo tumulto y rebelión, 1521).
“Así pues, no es Lutero lo que importa, sino el Evangelio, no el recuerdo histórico (¡museal!) de un hombre, sino la presencia de Cristo”.
(Hanns Lilje. Martín Lutero 1483/1983. Bonn: Inter Nationes, 1983, p. 8).
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