6 may 2013

Book Review

Francisco Bravo. El sacerdocio común de los creyentes en la teología de Lutero. Vitoria: Eset, 1963. (Victoriensia, publicaciones del Seminario de Vitoria ; 16).

Un consejo para empezar: Siempre que veáis un libro de autor español que hable sobre Lutero, interesaros en primer lugar por saber algo de quien lo escribe. A menudo veréis que los que hablan de Lutero en esos libros son curas o monjes papistas, siendo así que ya sabemos de antemano lo que van a decir. No necesitamos abrir el libro para saber que tales autores harán una exposición deshonesta de las enseñanzas de Fray Martín y que llegarán a conclusiones que, evidentemente, ya están contenidas en las múltiples bulas que el papa de Roma ha emitido sobre la materia. Nada nuevo aportan y sí mucho de tedio y reiteración vestida de una supuesta erudición, que en el mejor de los casos (Villoslada) se limita a la acumulación de datos. Nada más.
Del estudio que nos ocupa, el autor es Francisco Bravo, que se presenta a sí mismo como "Doctor en Sagrada Teología". No sé de qué universidad, pero estando la obra publicada en Vitoria por el Seminario Diocesano, seguramente sería un profesor ligado a aquellas tierras vasconavarras. El libro es de 1963 (ya te puedes hacer una idea, querido lector, del ambiente de la época) y en la contraportada aparece un "Nihil obstat" de José Zunzunegui, censor, lo cual ya es de por sí bastante chusco. A pesar de todo, quiero ser optimista y pensar que el contenido del libro está de acuerdo con los aires de renovación y ecumenismo que soplaban desde el Concilio Vaticano II que por entonces (1962-1965) tenía lugar en Roma.
La presentación del tratado corre a cargo de Enrique del Sagrado Corazón (como lo lees), O.C.D., es decir carmelita ("Ordo Fratrum Discalceatorum Beatissimae Mariae Virginis de Monte Carmelo") y catedrático de la Universidad Pontificia de Salamanca. El Sr. Sagrado, después de cantar los beneficios del ecumenismo, escribe: "por todos los caminos se busca la unión de los cristianos en una sola y única Iglesia: la Iglesia de Roma" (p. viii). Realmente ésta es una excelente definición de lo que significa el ecumenismo para un romano. Y continúa: "Con marcada insistencia los últimos Papas han invitado a los cristianos separados a volver al redil del único Pastor: Jesucristo". Bueno, Sagrado, te quedaste bien descansado cuando escribiste tal sandez. Al redil tenéis que venir vosotros, porque los cristianos [evangélicos] NUNCA, NUNCA hemos confesado a otro pastor que no fuera Jesucristo. Sólo cabe recordar aquí las palabras del Dr. Lutero: "No nos hemos separado nosotros de la Iglesia; es ella la que se ha separado de nosotros, ella que es la Iglesia del anticristo, mientras que nosotros somos la verdadera iglesia cristiana" (citado por Villoslada II, 16). En fin, que este comentario de buenos y malos, Sagrado, te lo podías haber ahorrado.
Después hablas de perseguir como meta "una unidad de fe", pero esto es la forma habitual que tenéis los papistas de decir que queréis ver a todos los cristianos bajo el báculo del papa de Roma, y eso nunca lo conseguiréis. La presentación sigue, plagada de juicios de valor negativos hacia el Reformador alemán. P. ej.: dice que Lutero despertó la conciencia de muchos a favor de los laicos, y a reglón seguido advierte: “aunque él se extralimitase en sus juicios y apreciaciones”. O que puso de relieve el carácter teológico o eclesial de los laicos, pero “con criterio extremista en muchos problemas vitales”. Como puedes ver, cualquier opinión lejanamente positiva hacia Lutero es corregida inmediatamente por otra de signo contrario, emitida ex catedra y con ese tono profesoral tan irritante que tienen los papistas cuando se refieren a asuntos teológicos. Si esto es espíritu ecuménico…
Sobre la obra en sí, Sagrado dice que el Dr. Bravo ha bebido en las fuentes directas de los escritos luteranos y que, por eso, ha logrado “una interpretación recta y objetiva de su pensamiento”. Bueno, sin leer la obra y solo con estos antecedentes, ya te digo yo que la interpretación no será ni recta ni objetiva. Su estructura expositiva consta de tres partes. La primera, de carácter analítico, sobre los fundamentos de la doctrina luterana en relación al sacerdocio universal. La segunda, de carácter sistemático, donde el autor “expone […] el aspecto negativo de la cuestión (lo que no es sacerdocio común en la doctrina luterana)”. La parte tercera es el contraste entre lo que defiende Lutero y, por supuesto, la doctrina católica sobre el tema (que Lutero trató en repetidas ocasiones “con deplorables extremismos”). Queda claro, ante tanta insistencia, que para Sagrado Lutero era un extremista radical de la peor especie. ¡Ay, qué poco saben disimular estos papistas! ¡Ni siquiera pueden ser mínimamente objetivos en una presentación! Entonces, ¿para qué seguir?
Ahora viene el prólogo del autor, cuyo análisis dejaremos para más adelante.

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