Cada vez se hace más necesario insistir en el hecho de que también hubo cristianos reformados en el reino de España durante el siglo XVI, aunque dada la brutal represión a la que fueron sometidos, todos ellos o bien murieron quemados vivos por la Inquisición o tuvieron que vivir en el exilio, intentando esquivar el largo brazo que por entonces tenía la monarquía española de Felipe II, el prudente (mejor el indecente). Fue éste un rey realmente vomitivo que hizo del catolicismo el único motivo de su acción política, llevando al país al desastre más absoluto, agotando sus recursos en dinero y hombres al embarcarse en un sinnúmero de guerras que no reportaron ningún beneficio a los españoles. En el interior, represión. En el exterior, represión. Esta fue su política y su concepción del mundo.
En este ambiente hostil vivió Casiodoro de Reina (Montemolín, Badajoz 1520- Fráncfort del Meno 1594). Fue monje en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo, cercano a Sevilla. En ese monasterio varios monjes conocieron los textos y las ideas de Lutero y muchos de ellos se convirtieron en cripto-protestantes. No es extraño que esto sucediera si pensamos que entonces Sevilla era el puerto más importante del reino por el tráfico comercial con América y en esa ciudad había numerosos comerciantes de todos los rincones de Europa.
En 1557 Reina y el resto de monjes tuvieron que huir precipitadamente del monasterio y abandonar el país acosados por la Inquisición. Durante aquellas jornadas de represión salvaje contra el luteranismo en Sevilla (y también en Valladolid) murieron centenares de personas quemadas en «autos de fe» en la plaza pública. Reina se trasladó a Ginebra, pero más tarde continuó su periplo por otras ciudades europeas: Fráncfort, Londres, Amberes, Basilea, etc. Siempre perseguido por los espías de Felipe II, quien había puesto precio a su cabeza. ¡Así de miserable fue aquel rey!
Reina fue el primero en traducir la Biblia al castellano directamente de los originales hebreo y griego. Su conocida y reconocida Biblia del Oso (Basilea, 1569) le costó lo suyo, pero al final el Señor quiso que los fieles españoles pudieran contar con las Sagradas Escrituras en su lengua vernácula. Su vida fue apasionante y su fe apasionada. Un ejemplo para personas que, como yo, no pueden entender la vida sin un objetivo, una meta, una vocación. Un sembrar para recoger.
Reina, aparte de su labor evangélica, trabajó como comerciante de sedas, dando así testimonio de su compromiso con una vida cristiana plena: la de un pastor integrado en la sociedad donde vive, trabajando con y para ella. La ciudad alemana de Fráncfort reconoció esa vida ejemplar e hizo ciudadano suyo (1573) a este extremeño "del Reyno de Sevilla". Allí murió y allí fue enterrado.
Que Dios le tenga en su seno, Amén.
Excelente tu blog, gracias.
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