27 may 2011

De indignados y perroflautas.

Es tiempo de cosecha. Es tiempo de recoger lo que los gobiernos del PSOE han ido sembrando en los últimos 20 años por toda España. Tal vez alguien pensará que es exagerado lo que digo, pero creo sinceramente que la situación actual es el fruto natural de las políticas que han desplegado los gobiernos socialistas desde el honesto Felipe González hasta el ocurrente José Luis Rodríguez Zapatero.
Fue el gobierno de González el que ideó, redactó y perpetró la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) en 1990 y en ese momento podríamos haber dicho con Julio César: "Alea jacta est!" En efecto, la suerte estaba echada, y con ella la de todos los jóvenes que desde entonces han ido pasando por las aulas de nuestro país. Sólo hay que leer el prólogo de esa ley para darse cuenta que de ahí no puede salir nada bueno, como así ha sucedido. Años más tarde el presidente Aznar quiso corregir algunos aspectos de aquella infausta ley, pero la llegada de ZetaP lo tiró todo por tierra. Y si no querías sopa, dos tazas: se aumentaron los aspectos más extravagantes de dicha ley. Consecuencia de todo ello es esta juventud que tenemos actualmente. De las aulas salen generaciones de jóvenes cada vez peor formados en todos los aspectos de la vida. Son malos estudiantes, son malos ciudadanos y sobre todo son malas personas. Odian las leyes y a la policía, y debajo de la banalidad de sus propuestas sólo hay la pereza mental que caracteriza a sus más conspicuos representantes. Todos están cortados por el mismo patrón: "Yo quiero, yo quiero, yo quiero". ¿Cómo? Como sea. Esa es su forma de pensar.
La LOGSE consagró ya en su momento algunas ideas realmente estrambóticas en el terreno educativo, que aún hoy hacen furor en los centros de nuestro país. P. ej. el claustro o reunión de profesores puede modificar la nota que ha puesto el profesor titular de la materia. Eso significa que un suspenso puede pasar a ser un aprobado en contra de los datos objetivos de la evaluación. ¿Por qué? Porque así se reduce el número de suspensos y se disimulan los pésimos resultados del sistema. Fácil. Otra perla es aquella que reconoce a los alumnos el derecho de huelga. Sí, sí, como lo oyes. Los alumnos pueden convocar huelga, es decir, no asistir a las clases, por los motivos más peregrinos. Hace dos años se convocaron hasta cuatro huelgas en los cursos finales de secundaria y los de bachillerato en apoyo de las reivindicaciones sindicales. En los días de huelga el profesorado no puede, por ley, avanzar materia ni, por supuesto, poner un examen. ¿Quién no va a hacer huelga en estas condiciones? Siempre proclamando derechos, derechos, derechos. Nunca deberes, los deberes necesarios que todo ciudadano tiene que asumir y cumplir para vivir en sociedad.
Uno de los cerebrines de la dichosa ley dijo en una ocasión: "Lo que buscamos es hacer jóvenes competentes y no competitivos". ¡Anda, cágate lorito! Y se quedó tan ancho. Pues ahí los tienes: ni una cosa ni otra.
De todo ese marasmo que hay en el sistema educativo español sale este producto. Los jóvenes que acampan en nuestras plazas son el fiel reflejo de esa mentalidad débil, de esas actitudes pusilánimes ante la adversidad. Dicen que quieren trabajo y todos dicen estar muy bien preparados. Preparados a la española. Es decir, tienen carreras (algunos dicen que hasta dos) tan fructíferas y de tan amplia demanda como filología, historia, geografía o filosofía. Y con ellas quieren llegar a ganarse la vida estupendamente. Pero, ¿para qué vamos a engañarnos? La verdad es que la mayoría no están bien formados para desempeñar una labor profesional en una sociedad tan exigente como la capitalista. Ver a miles de "universitarios" haciendo botellón en una plaza céntrica de Cáceres es una muestra bien clara de lo que digo.
Oye, tú -me dices- que también hay ingenieros y no encuentran trabajo. Pero ¿qué formación tienen los ingenieros españoles? Se supone que esos son unos estudios muy ligados a la empresa, a la inversión para el desarrollo tecnológico, etc. Todo esto es excepcional. Lo normal, me cuentan, es que los estudiantes de esta rama de la ciencia (por cierto, muchos de ellos han ido a parar al sector público... son funcionarios) en las aulas no vean ni toquen la maquinaria que después hay en las empresas. Se pasan horas y horas resolviendo problemas de cálculo alfanumérico, cuando actualmente esa es una tarea que ya hace la máquina por sí sola. La mayoría, además no tiene un nivel suficiente de inglés (de alemán, ni te cuento). Total, que cuando te llega un ingeniero (pocos, claro) a algún centro de producción, la empresa tiene que invertir más horas de la cuenta en formarlo... otra vez. Y así podríamos hablar horas y horas. De todas formas, si tan buenos son en eso, pues que se vayan a Alemania, donde están dispuestos a valorar sus extraordinarios conocimientos técnicos. De ese modo se evitarán vivir en la cochambre que los que nos quedamos aquí tenemos que soportar días tras día...
En definitiva, las leyes educativas del país preñadas de buenismo de izquierdas (la palabra disciplina les suena al ejército y a las guerras, eso fuera, fuera) y de utopías pedagógicas irrealizables han formado una generación entera de jóvenes mentalmente poco preparados, que desconocen los resortes mínimos de un sistema democrático y su modo de funcionamiento y que tienen más en cuenta la diversión que el estudio, la banalidad que la coherencia propositiva. Es la generación del twiter y de no sé cuántas pijadas más que sólo sirven para distraer del objetivo esencial a los muchachos de esa edad y ese objetivo no tendría que ser otro que una formación (profesional e intelectual) que no pierda de vista la excelencia.
Como siempre acabaremos con una cita de nuestro estimado doctor Martín Lutero, extraída de su obra: La necesidad de crear y mantener escuelas cristianas (1524)
An die Burgermeyster und Radherrn allerley
stedte ynn Deutschen landen.
Wie wol es sunde und schande ist, das da hyn mit uns komen ist, das wyr aller erst reytzen und uns reytzen sollen lassen, unsere kinder und junges volck zu zihen und yhr bestes dencken, so doch das selb uns die natur selbs sollt treyben und auch der heyden exempel uns manichfelltig weysen. Es ist keyn unvernuenfftig thier, das seyner jungen nicht wartet und leret was yhn gepuert, on der straus, da Gott von sagt Job 31. [Hiob 39, 14. 16], das er gegen seyne jungen so hart ist, alls weren sie nicht seyn, und less seyne eyer auff der erden ligen. Und was huelffs, das wir sonst alles hetten und thetten und weren gleich eyttel heyligen, so wyr das unter wegen lassen, darumb wyr aller meyst leben, nemlich des jungen volcks pflegen? Ich acht auch, das unter den eusserlichen sunden die wellt fur Gott von keyner so hoch beschweret ist und so grewliche straffe verdienet, alls eben von diser, die wyr an den kindern thun, das wyr sie nicht zihen.
Es realmente vergonzoso que hayamos llegado al extremo de que sea necesario instigar y ser instigados para educar a nuestros hijos y a la juventud, y pensar en su bienestar, cuando la propia naturaleza debiera impulsarnos, como también nos los demuestra de múltiples maneras el ejemplo de los paganos. No hay bestia irracional que no cuide de su cría y le enseñe lo que le conviene, excepto el avestruz, del cual Dios dice, en Job 31, que se endurece para con sus hijos como si no fuesen suyos, abandonando sus huevos en la tierra. ¿De qué valdría que tuviéramos e hiciéramos todo lo demás y fuéramos como verdaderos santos, si descuidamos el propósito principal de nuestra vida, a saber, el cuidado de la juventud? Considero, además, que entre los pecados exteriores que comete el mundo ninguno es tan grave ante Dios ni merece pena tan severa como precisamente el que cometemos con nuestros hijos si no los educamos.
...Es feylet alleyn daran, das man nicht lust noch ernst dazu hat, das junge volck zu zihen noch der wellt helffen und ratten mit feynen leuten. Der teuffel hat viel lieber grobe bloeche und unnuetze leut, das den menschen ja nicht zu wol gehe auff erden.
…Sólo falta el sincero deseo e interés de educar a la juventud, de servir y beneficiar al mundo con gente capacitada. El diablo prefiere brutos alcornoques y gente inútil, no sea que los hombres pasen una vida demasiado buena en la tierra.

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