Nunca pensé que algún día escribiría un artículo contra lo que se conoce como el Estado del Bienestar, es decir, ese estado de cosas donde el poder público garantiza a sus ciudadanos la cobertura de unos servicios básicos de forma universal. Esos servicios, piensa mucha gente, se centran especialmente en las áreas de sanidad y educación. Aquí está el primer error. Bajo el pomposo epígrafe de "Estado del Bienestar" o "derechos sociales" se han ido colando toda una serie de mamandurrias que nada tienen que ver con el Welfare State y mucho con la cara dura de algunos. Me explico. 
En mi ingenuidad pensaba que tal y como arreciaba la crisis económica en nuestro país, nuestros gobernantes serían sensatos y dejarían de hacer (y de pagar) cosas innecesarias y manifiestamente prescindibles para centrarse en lo que realmente importa. El Estado (así, con mayúsculas) tiene obligaciones que cumplir, muy bien delimitadas en la Constitución 
Mentirosos y mil veces mentirosos. Sois vosotros los que no administráis bien, los que gastáis lo que no tenéis, y después venís aquí a sablear, a dar palos para sufragar vuestra ineptitud, vuestra incapacidad para dejar de gastar. ¡Parar, ya, que paréis de vampirizarnos! ¿Quién será el primero que salga y diga que quiere acabar con el Estado del Bienestar? Con el expolio sistemático de los ciudadanos para sufragar a escote los privilegios de la casta política y su troûpe de enchufados, amigos, amigotes, conocidos y otras hierbas. Quien diga algo así, a ése hay que oír. Sin demagogias, sin populismo, mirando a los ojos de la gente: Me comprometo a acabar con todo este dispendio, con la sociedad de la subvención y del subsidio; juro volver a los deberes antiguos del estado y poco más. Pero nadie se atreverá, todos son defensores a ultranza del estado del bienestar, es decir, de la mangancia, de la irresponsabilidad. ¡Oh tiempos, oh mores! Si hasta pagamos, vía impuestos, los cambios de sexo de algunos “por motivadas razones psicológicas”. Y a mí me ha salido un grano en el culo, no te jode. ¿Qué no pagaremos, o mejor, qué no deberemos con una mentalidad así, con unos políticos como éstos? Con un estado que se mete en todo y que arrambla con todo.
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario