Wie wol aber solcher ernst
und zorn des weltlichen reichs eyn unbarmhertzig ding scheynet, wo mans doch
recht ansihet, ists nicht das geringste stueck Gottlicher barmhertzickeyt, denn
neme eyn iglicher sich selbs fuer und sage myr hierauff eyn urteyl: Wenn ich
weyb und kind, haus und gesind, habe und gueter hette, und eyn dieb odder
moerder uber fiele mich, erwuerget mich ynn meynem hause, schendet myr weyb und
kind, neme dazu, was ich hette, und er soellte dazu ungestrafft bleyben, das
ers mehr thett, wo er woellte,
sage myr, Wilcher were hie der barmhertzickeit am wirdigsten und noettigsten?
Jch odder der dieb und moerder? on zweyffel, myr were es am noettigsten, das man
sich meyn erbarmet. Wo will man aber soelche barmhertzickeyt an myr und meynen
armen, elenden weyb und kinde beweysen, man were denn solchen buben und
beschuetze mich und hallt mich beym rechten odder, wo er yhm nicht weren lest
und fort feret, das man yhm seyn recht thu, straffe also, das ers lassen
muesse? Wilche eyne feyne barmhertzickeyt were myr das, das man dem diebe und
moerder barmhertzig were und liesse mich von yhm ermordet, geschendet und
beraubt bleyben.
Tal severidad e ira del reino secular parece ser cosa muy
inclemente. Sin embargo, mirándolo bien es una parte, y no pequeña, de la
misericordia divina. Voy a poner un caso; considérelo cada uno como suyo
propio, y deme entonces su opinión. Si yo tuviera esposa e hijos, casa y servidumbre, dinero y bienes, y me asaltase un ladrón o
asesino, me degollase en mis propias cuatro paredes, deshonrase a mi
mujer e hija y me quitase además lo que tengo, y por añadidura se le dejase sin
castigo, de modo que con sólo quererlo podría
volver a cometer el mismo crimen, dime: ¿quién sería aquí más digno de
conmiseración y quién la necesitaría más, yo o el ladrón y asesino? Sin duda
alguna, el más necesitado de misericordia sería yo. Pero ¿cómo se podrá practicar
la tal misericordia conmigo y con mis pobres, maltratadas mujer e hija? Pues únicamente
poniendo freno a ese criminal y protegiéndome a mí y salvaguardando mis
derechos; o, en caso de que el criminal no se dejara frenar y continuara con su
actuar delictuoso, dándole su merecido y castigándolo de tal manera que por
fuerza tuviera que desistir. ¡Linda
misericordia sería si se tuviese compasión del ladrón y asesino, y a mí
se me dejase asesinado, deshonrado y expoliado por él!
No hay comentarios:
Publicar un comentario