Nunc latius videndum est, ut monastica vota sint sine fide. Demonstratum et invictis testimoniis firmatum est, omne, quod non est ex fide, peccatum esse [Röm. 14, 23.], solius autem fidei esse remissionem peccatorum operari, certam et letam et liberam a peccatis conscientiam reddere. Opera vero seu fructus fidei proprie non pertinent ad remissionem peccatorum et letam conscientiam, sed sunt fructus iam praesentis et praecedentis remissionis et bonae conscientiae. Memento quaeso istorum, lector, quam poteris diligentissime, opera ante fidem esse peccata, solam fidem sine operibus operari remissionem peccatorum, iustificationem et bonam conscientiam, opera vero post fidem esse fructus iam iustificati hominis ex remissione peccatorum et bona conscientia, hoc est, ex fide et charitate provenientes.
Habrá que considerar ahora más detalladamente que los votos monásticos son votos carentes de fe. Queda demostrado y comprobado con testimonios irrebatibles que todo lo que no proviene de la fe, es pecado[1], y que en cambio es cosa exclusiva de la fe el obrar la remisión de los pecados y conferir a la conciencia seguridad y gozo, y liberarla de pecados. Las obras empero, o para llamarlas con propiedad, los frutos de la fe, no conducen a la remisión de pecados ni confieren una conciencia gozosa, sino que son frutos de una remisión ya existente y que los ha precedido, como así de una buena conciencia. Tenlo muy en cuenta, amado lector, y no lo pierdas de vista nunca, que *las obras hechas antes de haber llegado a la fe son pecado, y que la fe sola, sin las obras, produce la remisión de pecados, la justificación y la buena conciencia; y en cambio, que las obras que siguen a la fe, son frutos del hombre ya justificado, provenientes de la remisión de pecados y la buena conciencia, es decir, de la fe y del amor.
* Y esta es la base del ser cristiano.
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