Cum itaque negari non possit, a Papa coniugium prohibitum sicut et cibos, manifestum est ipsum spiritui sancto resistere in hoc verbo Pauli et doctrinam suam esse daemoniorum et erroneam et meram hypocrisin. Habet hic aliquis, quod possit opponere? suntne haec clarissima et invicta? Esto, Papistae non sunt Turcae neque Manichei neque Taciani, nec tales accusamus, sed quatenus cum Turcis, Manicheis et Tacianis consentiunt, accusamus. Turcae non sunt, faciunt tamen ac docent ea, quae docent Turcae.
Siendo pues imposible negar que el papa prohíbe tanto el matrimonio como también ciertos alimentos, queda manifiesto que él se opone al Espíritu Santo en lo referente a esta palabra de Pablo, y que su doctrina es doctrina de demonios, errónea y llena de hipocresía. ¿Puede alguien aducir algo en contra de esta afirmación? En absoluto; los hechos hablan un lenguaje demasiado claro e irrebatible. Con todo, los papistas no son turcos ni maniqueos ni tacianos, ni los acusamos de ser tales; antes bien, los acusamos en cuanto concuerdan con los turcos, maniqueos y tacianos. No son turcos; sin embargo, hacen y enseñan lo que enseñan los turcos.
Primum, quod Paulus tam libero spiritu affirmat doctrinas erroneorum spirituum et daemoniorum mendaces esse, quod et ipsa res cum verbis Pauli faciens probat. Docent enim per opera iustificari et salvari et discedunt a fide, cum suam obedientiam, paupertatem et castitatem non solum arbitrentur esse certas vias ad salutem, sed et perfectiores et meliores, quam reliquorum fidelium, quod est evidens et apertum mendacium et error et peccatum in fidem. Nihilque reliquum est illis nisi hypocrisis et cauteriata conscientia.
En primer lugar, porque Pablo afirma categóricamente que las doctrinas de los espíritus engañadores y los demonios son mentiras, lo que prueba también la realidad práctica, corroborando así las palabras del apóstol. En efecto, ellos enseñan que el hombre es justificado y salvado por las obras, y se apartan de la fe al considerar su propia obediencia, pobreza y castidad, no sólo como caminos seguros a la salvación, sino como caminos más perfectos y excelentes que los de los demás fieles, lo que es una mentira evidente y rotunda y un error y un pecado contra la fe. Nada les queda, de hecho, sino la hipocresía y una conciencia cauterizada.
Denique velut non passuri, ut quis Paulum de ipsis loqui dubitet, latius insaniunt et produnt sua mendacia impudenter. Vendunt enim et communicant sua bona opera, merita et fraternitates aliis, quasi ii sint, qui non solum meliore via incedant, sed et ex abundantia sua alios quoque secum salvos facere possint. Nunquid ista fieri ab eis publice et passim negare quisquam potest? At operibus tantum tribuere, ut non modo sua ipsorum, sed et aliorum quoque peccata deleant, nec solis sibi, sed et aliis ad salutem prosint, quid potest in Christum et fidem eius blasphemius et insanius cogitari? Qui Iudaei, qui gentiles, qui Turcae aeque insaniunt? Nonne hoc est non modo suas proprias, sed et aliorum conscientias invitare et allicere ad confidendum super illorum opera et merita? At quid est hoc nisi fidere execrabilissimo mendacio? pro quo tamen mendacio totius mundi opes devorant ociosi et delicati.
Después, como si no quisiesen tolerar que alguien dudara de que Pablo habla realmente de ellos, prosiguen en su insania y hacen públicas sus mentiras sin la menor vergüenza. Efectivamente, venden y hacen usufructuar a otros sus propias obras buenas, méritos y fraternidades, como si ellos fuesen personas que no sólo van por un camino mejor, sino que de su propia abundancia pueden hacer salvos a sí mismos y también a otros. Esto es tan público y notorio que nadie puede negarlo. Pero el valorar las obras hasta el punto de afirmar que borran no sólo los pecados propios, sino hasta los ajenos, y que son provechosas no sólo para la propia salvación, sino hasta para la de otros… ¿qué mayor blasfemia y locura puede idearse en contra de Cristo y la fe cristiana? ¿Qué judíos, qué gentiles, qué turcos enseñan un disparate igual? ¡Esto no es ni más ni menos que invitar e incitar no ya sólo a mi propia conciencia, sino incluso a la de otros, a confiar en mis obras y méritos! Pero ¿qué es esto sino confiar en la más execrable mentira? Y sin embargo, en pago por esta mentira devoran las riquezas del mundo entero, entregándose al ocio y a la molicie.
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