RV: Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones (dialogismon = razonamientos, razones).
"Me temo que hoy día todos vamos camino a la ruina. ¿Quién, en efecto, respeta todavía esta regla (actuar en conciencia)? Y ni hablemos del pueblo en general. ¿Dónde quedarían sus aportes a la iglesia? Pero el pueblo es igual de insensato que el clero: hacen sus contribuciones a siervos coaccionados en lugar de hacerlas más bien a hermanos libres.
Por lo tanto: cuando ores, cuando presentes una ofrenda, cuando entres en el coro, o cuando hagas alguna otra cosa, examínate si lo harías también si tuvieras la plena libertad de hacerlo o no hacerlo. Así descubrirás quién eres delante de Dios. Pues si no lo harías si fueses dueño absoluto de tus actos, todo lo que haces no tiene valor alguno, por cuanto eres un siervo y un asalariado. Hay gente que sabiendo todo esto, se sientan en un rincón y dicen: Y bien, ya que tiene que ser así, despertaré en mí una buena intención y una buena voluntad bien dispuesta....
Die Scholien (Ficker, 321):
Iterim ridens diabolus retro dicit: 'Schmug dich, libs ketzle, wir werden geszte habenn', tunc surgit, vadit chorum et orat et dicit: 'Sih eulichen, wie schon bistu, hastu nu fawen federnn'?
"Entre tanto, el diablo se ríe para sus adentros y dice a espaldas de ellos: '¡Lámete las patitas, gatito, que vamos a tener visita!' (1) Luego se levanta, entra en el coro, y se pone a orar diciendo: '¡Mira qué linda eres, lechucita! ¿Te pusiste plumas de pavo real?' (2) ".
(1) Schmück dich, liebes Kätzchen, wir werden Gäste haben (El gato se lame para recibir a las visitas).
(2) Sieh, Eulchen, wie schön bist du! hast du nun Pfauenfedern? (La pluma de pavo es la buena intención, la buena voluntad bien dispuesta...).
[...]
"¡Dios mío, cómo servimos de ludibrio a la gente! Eso de la "buena intención" no es tan fácil [...] Pues esta es una de las más perniciosas presunciones de nuestro tiempo: que de nuestro propio interior podemos hacer surgir buenas intenciones, como si fuésemos competentes por nosotros mismos para pensar algo, en abierta oposición a las palabras expresas del Apóstol (2 Co. 3: 5).
[...]
Por consiguiente: todo el error en este caso consiste en que no tenemos en cuenta que todas estas cosas, si es que han de agradar a Dios, las debemos hacer no por imperio de una necesidad, ni por un temor que nos inquieta, sino impulsados por una voluntad gozosa y enteramente libre." (CMT 1, 436-437)
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